martes, 3 de abril de 2012

¿Qué significa ser espectadora?

Hace un par de semanas tuve la suerte de acudir a Estancia 4. Fuera de control; laboratorio de imágenes obliteradas, un taller que tuvo lugar en Artium, Vitoria, organizado por Laura Trafí, sobre cuestiones en torno a la imagen. “La suerte” porque no es muy común la celebración de este tipo de acontecimientos; porque había leído la tesis de Laura (La interpretación del arte moderno como producción narrativa) y me pareció muy interesante su incisiva forma de escribir; y además porque nunca antes había visitado el Artium y este taller me brindó la oportunidad.

Al principio no sabía muy bien a qué iba cuando conseguí por fin entrar en el Museo (me costó porque soy especialmente torpe para orientarme a la hora de buscar el acceso a un edificio desconocido). Al inscribirme, me llegó un correo con enlaces al blog del taller y a la página web del Artium. Un texto de prosa bastante compleja me dio la bienvenida. En un primer momento no me quedó muy claro cuál sería mi papel en el taller, pero me sentí del todo perdida cuando leí esta parte:
“… se invita a participar en Fuera de control: laboratorio de imágenes obliteradas mediante tres preguntas: ¿Cómo queremos ser representados?; ¿Cuándo las imágenes son memoria? / ¿Cuándo las imágenes son olvido?; ¿Podemos imaginar lo que desconocemos? Y un proceso que conlleva: las tres preguntas rotuladas en la Sala; la edición de tres postales con cada una de las tres preguntas y una invitación a dialogar sobre la pregunta correspondiente y contestarla mediante el envío de una imagen o un texto; la difusión de dichas postales por correo postal y a través de diferentes espacios públicos, asociaciones y colectivos de Vitoria-Gasteiz, además de por la web; la recepción de las imágenes/textos que se muestran como depósitos en la Sala, colocados sobre una mesa sin seguir un orden establecido, ni mostrar jerarquías ni reticulaciones específicas; y la configuración de un grupo de trabajo formado por algunas de las personas que respondan a la invitación.
¿Debía participar de forma virtual antes de asistir al taller? ¿Dónde estaban estas postales? ¿Podía inscribirme sin enviar ningún trabajo previo? ¿Se trataba de una actividad individual o en grupo?Durante el seminario, Laura Trafí nos explicó la propuesta: se pretendía que el público a través de Internet y los visitantes del Museo contribuyesen a crear un fondo compuesto por fotografías y postales contestadas, las cuales entrarían a formar parte de la exposición. EL taller se realizaría tras la compilación del material. Confesó que esta propuesta participativa había fracasado en parte. La gente no actuaba. Puede que la falta de instrucciones concretas hiciera que la gente se perdiese por completo. O también puede que quien hubiese leído la propuesta decidiese que no invertiría tiempo en pensar en cómo participar en esta forma extraña de comunicación con el Museo. Puede. Yo creo que tuvo más que ver con una pregunta que nos planteamos el primer día…
¿Qué significa ser espectadora?

Pensé en lo que hago yo cuando soy espectadora: mirar. La mirada desde la que partimos cuando nos enfrentamos a una obra de arte es uno de los conceptos clave en la investigación sobre la construcción del significado de las obras[1]. Nuestra experiencia, el contexto en el que estamos inscritas y todo aquello que día a día seguimos aprendiendo va configurando nuestro modo de comprender la realidad y nuestro punto de vista frente a qué puede significar una imagen. De alguna manera nos proyectamos en las narrativas que creamos al intentar explicar qué vemos. Pero, ¿cómo construimos nuestras miradas?

Regina José Galindo es una de las artistas de cuya obra hablamos en varias sesiones. Su exposición “Piel de gallina” hace honor a su nombre. La verdad es que me impactó mucho, más que por su crudeza (su obra nos introduce en una realidad descarnada[i]), por su sinceridad ante la vida. En su obra tiene mucho peso el contexto bélico que en su país, Guatemala, se ha venido desarrollando durante 36 años. Sus acciones están plagadas de denuncias ante situaciones de conflicto, ejercicio de poder, represión y dolor que presenta como experiencias colectivas, haciendo partícipe al espectador.

Todas las asistentes al taller recorrimos las salas por grupos para, en palabras de Laura, “imaginar otras formas de presentación de la colección que no signifiquen ver la obra desde el espacio privado, burgués, de la experiencia individual”. Nos dispersamos y fuimos lentamente transitando las instalaciones y observando los audiovisuales con caras de espanto y asombro. Buceando en lo simbólico e intentando meternos en la piel de la artista, de quienes participaban en las performances, de quiénes las organizaron, produjeron y grabaron… y reflexionando sobre nuestro propio papel como espectadoras. De nuevo, sobre nuestra mirada. Seleccionamos algunas de las piezas y fuimos poniendo en común las ideas que nos asaltaban al mirarlas. Libreta en mano, estuvimos buscando los lugares iluminados para tomar notas, huyendo de las fuentes de sonido de los videos y permaneciendo de pie frente a cada una de las proyecciones durante un buen rato. Supongo que el Museo no se espera que un grupo de personas trabajase in situ en las salas.

¿Quién piensa, pues, el Museo que somos las visitantes? Viendo la disposición de las obras en el espacio y los elementos existentes (o la falta de ellos, como mesas o asientos) queda claro que es un lugar pensado para paseantes. No un espacio para intervenir. No un lugar de re-significación sino un lugar que puede acoger talleres. Leyendo a Ellsworth[ii] me he topado con el análisis que hace sobre el modo de direccionalidad en la educación formal y con lo siguiente:
Yo nunca soy la persona que una direccionalidad pedagógica piensa que soy.

Me pregunto por qué los visitantes no participaron en Estancia 4 y lo veo bastante claro. No podemos impedirles la acción y pedírsela también, porque el modelo de espectador para el que se construyen las exposiciones es el de espectador-observador. En definitiva, al querer acercarnos mediante métodos contemporáneos (como la participación, la intervención…) a proyectos artísticos actuales, chocamos de frente con los formatos expositivos de hace dos siglos en los cuales seguimos encajándolos.


Sofía Albero

03/04/12




[1] Berger, J. (1972), Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili (2000)
[i] Blanca de la Torre, comisaria de la exposición “Piel de gallina” en Artium, de Regina José Galindo
[ii] Ellsworth, E. (2005) Posiciones en la enseñanza. Diferencia, pedagogía y el poder de la direccionalidad. Traducción de L. Trafí Prats. Madrid: Akal