viernes, 18 de enero de 2013

IMPERMANENCIA



Como espectadora y aficionada a la danza, debo decir que he quedado impresionada por el último trabajo de Elisa Arteta, IMPERMANENCIA, presentado el 22 de diciembre de 2012 en el Centro de Arte Contemporáneo Huarte. Consigue convencer aunando danza, narración, espectáculo y pensamiento. En mi cabeza resuena el frío rechinar de los vasos de vidrio contra el suelo y los tensos silencios.


Elisa Arteta es bailarina y creadora especializada en danza y videodanza contemporánea. Sus proyectos han sido gestados y producidos en diversas partes del mundo. Su vinculación con Pamplona nos permite disfrutar de sus trabajos a menudo a quienes residimos en estas tierras. Como ella misma explica en su web “después de varios años de experimentación han emergido tres direcciones de trabajo interconectadas. La primera es sobre el estudio del cuerpo interno a través de la conciencia de la propiocepción (sensación del propio cuerpo). Otra dirección es la exploración del espacio escénico usando como metodología el site-specific para crear el movimiento adecuado en cada lugar diferente. Y finalmente, el tercer campo de búsqueda es la relación con la videocámara y las posibilidades del medio visual para modificar la realidad, considerando el espacio fílmico como otro lugar para explorar.”

Una narración

Al igual que ocurre con las mejores historias, IMPERMANENCIA es capaz de mantenernos en vilo durante la aproximadamente media hora que dura la pieza, haciendo que nos preguntemos qué pasará a continuación. Desde el minuto uno, la bailarina se enfrenta al reto de trasladarse sobre puntos cristalinos diseminados por todo el pavimento, dando lugar a un continuum de movimientos fluidos y arriesgados. El peligro es inminente. Un movimiento en falso y el accidente puede producirse, los soportes pueden romperse. Los golpes secos de los vasos contra el suelo son sobresaltos inesperados, avisos de peligro. Uno tras otro, van conformando los sonidos que, de forma interrumpida, van dibujando en nuestra memoria inmediata una banda sonora imprevisible, producto y contexto de la obra.

Un proceso de aprendizaje

La impermanencia es una de las cualidades más destacables de nuestras sociedades contemporáneas. Todo gira, todo cambia, todo evoluciona de forma vertiginosa. El mundo que nos rodea no es el que nos esperábamos el día que compramos nuestras casas, elegimos nuestras carreras o decidimos nuestro estilo de vida. Parece ser que un futuro incierto nos aguarda. Pero esta circunstancia nos brinda la oportunidad de pensar. La fuerza de lo imprevisible reside en los futuros aprendizajes latentes. 

En este sentido, el aprendizaje puede entenderse, según las teorías constructivistas, como un proceso vital continuo de resolución de problemas en el que vamos construyendo nuestros propios saberes. Elisa realiza un recorrido que le obliga a sumergirse en un proceso continuo de toma de decisiones y, por tanto, de planteamiento y resolución de problemas. Pero no sólo eso, sino que adereza su aprendizaje con componentes como el riesgo y la intriga. Su historia nos atrapa y nos inquieta sobre todo porque circula por un campo de minas.


Los y las espectadoras podemos hacernos una idea de lo que nos está contando. Todas podemos enfrentarnos de una forma más o menos sencilla a los problemas conociendo el terreno y sabiendo cuáles son nuestras capacidades y nuestros objetivos. Pero no todos los caminos son sólidas y fiables extensiones de arena fina y tibia bajo nuestros pies. ¿Qué ocurre cuando nos enfrentamos a una situación de frágil inestabilidad?  En los tiempos que corren, más de una hemos tenido que adaptarnos a nuevos escenarios, nuevas situaciones… para seguir adelante. Descubriendo, incluso nuevas formas de movernos en el espacio (público y privado) al igual que Elisa se mueve por este espacio acotado del Centro de Arte Contemporáneo Huarte.

Una imagen en la retina

La fragilidad del cristal, como una imagen de la precariedad del suelo que pisamos, el equilibrio y control del cuerpo, que sin embargo parece seguir su propio camino, la visión de la bailarina vestida de negro que flota sobre la superficie blanca del suelo… configuran una imagen de Elisa como bailarina pensadora que nos muestra sus destrezas física y mental. Me refiero a que no sólo hace gala de unas rápidas reflexiones y respuestas creativas, sino que consigue captar nuestra atención y mantenernos atentos sobre cuál será su siguiente paso. 


Sin duda, uno de los proyectos más interesantes de su producción artística.

 18/01/13
Sofía Albero

martes, 3 de abril de 2012

¿Qué significa ser espectadora?

Hace un par de semanas tuve la suerte de acudir a Estancia 4. Fuera de control; laboratorio de imágenes obliteradas, un taller que tuvo lugar en Artium, Vitoria, organizado por Laura Trafí, sobre cuestiones en torno a la imagen. “La suerte” porque no es muy común la celebración de este tipo de acontecimientos; porque había leído la tesis de Laura (La interpretación del arte moderno como producción narrativa) y me pareció muy interesante su incisiva forma de escribir; y además porque nunca antes había visitado el Artium y este taller me brindó la oportunidad.

Al principio no sabía muy bien a qué iba cuando conseguí por fin entrar en el Museo (me costó porque soy especialmente torpe para orientarme a la hora de buscar el acceso a un edificio desconocido). Al inscribirme, me llegó un correo con enlaces al blog del taller y a la página web del Artium. Un texto de prosa bastante compleja me dio la bienvenida. En un primer momento no me quedó muy claro cuál sería mi papel en el taller, pero me sentí del todo perdida cuando leí esta parte:
“… se invita a participar en Fuera de control: laboratorio de imágenes obliteradas mediante tres preguntas: ¿Cómo queremos ser representados?; ¿Cuándo las imágenes son memoria? / ¿Cuándo las imágenes son olvido?; ¿Podemos imaginar lo que desconocemos? Y un proceso que conlleva: las tres preguntas rotuladas en la Sala; la edición de tres postales con cada una de las tres preguntas y una invitación a dialogar sobre la pregunta correspondiente y contestarla mediante el envío de una imagen o un texto; la difusión de dichas postales por correo postal y a través de diferentes espacios públicos, asociaciones y colectivos de Vitoria-Gasteiz, además de por la web; la recepción de las imágenes/textos que se muestran como depósitos en la Sala, colocados sobre una mesa sin seguir un orden establecido, ni mostrar jerarquías ni reticulaciones específicas; y la configuración de un grupo de trabajo formado por algunas de las personas que respondan a la invitación.
¿Debía participar de forma virtual antes de asistir al taller? ¿Dónde estaban estas postales? ¿Podía inscribirme sin enviar ningún trabajo previo? ¿Se trataba de una actividad individual o en grupo?Durante el seminario, Laura Trafí nos explicó la propuesta: se pretendía que el público a través de Internet y los visitantes del Museo contribuyesen a crear un fondo compuesto por fotografías y postales contestadas, las cuales entrarían a formar parte de la exposición. EL taller se realizaría tras la compilación del material. Confesó que esta propuesta participativa había fracasado en parte. La gente no actuaba. Puede que la falta de instrucciones concretas hiciera que la gente se perdiese por completo. O también puede que quien hubiese leído la propuesta decidiese que no invertiría tiempo en pensar en cómo participar en esta forma extraña de comunicación con el Museo. Puede. Yo creo que tuvo más que ver con una pregunta que nos planteamos el primer día…
¿Qué significa ser espectadora?

Pensé en lo que hago yo cuando soy espectadora: mirar. La mirada desde la que partimos cuando nos enfrentamos a una obra de arte es uno de los conceptos clave en la investigación sobre la construcción del significado de las obras[1]. Nuestra experiencia, el contexto en el que estamos inscritas y todo aquello que día a día seguimos aprendiendo va configurando nuestro modo de comprender la realidad y nuestro punto de vista frente a qué puede significar una imagen. De alguna manera nos proyectamos en las narrativas que creamos al intentar explicar qué vemos. Pero, ¿cómo construimos nuestras miradas?

Regina José Galindo es una de las artistas de cuya obra hablamos en varias sesiones. Su exposición “Piel de gallina” hace honor a su nombre. La verdad es que me impactó mucho, más que por su crudeza (su obra nos introduce en una realidad descarnada[i]), por su sinceridad ante la vida. En su obra tiene mucho peso el contexto bélico que en su país, Guatemala, se ha venido desarrollando durante 36 años. Sus acciones están plagadas de denuncias ante situaciones de conflicto, ejercicio de poder, represión y dolor que presenta como experiencias colectivas, haciendo partícipe al espectador.

Todas las asistentes al taller recorrimos las salas por grupos para, en palabras de Laura, “imaginar otras formas de presentación de la colección que no signifiquen ver la obra desde el espacio privado, burgués, de la experiencia individual”. Nos dispersamos y fuimos lentamente transitando las instalaciones y observando los audiovisuales con caras de espanto y asombro. Buceando en lo simbólico e intentando meternos en la piel de la artista, de quienes participaban en las performances, de quiénes las organizaron, produjeron y grabaron… y reflexionando sobre nuestro propio papel como espectadoras. De nuevo, sobre nuestra mirada. Seleccionamos algunas de las piezas y fuimos poniendo en común las ideas que nos asaltaban al mirarlas. Libreta en mano, estuvimos buscando los lugares iluminados para tomar notas, huyendo de las fuentes de sonido de los videos y permaneciendo de pie frente a cada una de las proyecciones durante un buen rato. Supongo que el Museo no se espera que un grupo de personas trabajase in situ en las salas.

¿Quién piensa, pues, el Museo que somos las visitantes? Viendo la disposición de las obras en el espacio y los elementos existentes (o la falta de ellos, como mesas o asientos) queda claro que es un lugar pensado para paseantes. No un espacio para intervenir. No un lugar de re-significación sino un lugar que puede acoger talleres. Leyendo a Ellsworth[ii] me he topado con el análisis que hace sobre el modo de direccionalidad en la educación formal y con lo siguiente:
Yo nunca soy la persona que una direccionalidad pedagógica piensa que soy.

Me pregunto por qué los visitantes no participaron en Estancia 4 y lo veo bastante claro. No podemos impedirles la acción y pedírsela también, porque el modelo de espectador para el que se construyen las exposiciones es el de espectador-observador. En definitiva, al querer acercarnos mediante métodos contemporáneos (como la participación, la intervención…) a proyectos artísticos actuales, chocamos de frente con los formatos expositivos de hace dos siglos en los cuales seguimos encajándolos.


Sofía Albero

03/04/12




[1] Berger, J. (1972), Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili (2000)
[i] Blanca de la Torre, comisaria de la exposición “Piel de gallina” en Artium, de Regina José Galindo
[ii] Ellsworth, E. (2005) Posiciones en la enseñanza. Diferencia, pedagogía y el poder de la direccionalidad. Traducción de L. Trafí Prats. Madrid: Akal

miércoles, 25 de enero de 2012

¿Y a mí qué, las exposiciones de la Ciudadela?


Mi nombre es Sofía, llevo toda mi vida universitaria estudiando diferentes materias que giran entorno al arte y voy a por el doctorado. El viernes pasado se me ocurrió ir a ver la exposición de un amigo sita en la Sala de armas de la Ciudadela de Pamplona, ya que éste me recordó que faltaba poco menos de dos semanas para que finalizase. Me pareció un plan perfecto, porque meses atrás había visto en su taller algunas de las obras pertenecientes a este mismo proyecto sobre la vida en el barrio, todavía sin terminar, y me resultaron de lo más interesantes. A esta cita cultural se sumaron dos de mis mejores amigos, lo que me pareció un feliz acontecimiento. Entramos al recinto amurallado por la entrada norte tras la que pudimos ver un cartel anunciador con los nombres de los tres chicos ganadores del certamen “Jóvenes artistas 2010” que compartían sala expositiva. En la puerta nos esperaba haciendo tiempo, Iosu, el amigo del que os hablo.
Uno de mis dos acompañantes es ingeniero industrial, su actividad intelectual cotidiana se basa en la investigación de nuevos materiales y otros quehaceres. Su relación más estrecha con el arte es su gusto por la música al que ha contribuido mucho su fino oído heredado. A las artes plásticas se ha acercado estos últimos años en gran medida debido al tiempo de ocio que a menudo compartimos. Al llegar a la segunda planta de la Sala de armas nos dirigimos al espacio del fondo delimitado por unos paneles blancos sobre ruedas, unos muros silenciosos que guardaban el secreto del éxito de la obra premiada. De una en una, recorrimos con curiosidad las fotografías impresas en aquellos lienzos que mostraban diferentes escenas, muy cotidianas, que para mí reflejaban nuestro entorno más cercano y obviado hecho de ladrillos, los cuales en ocasiones forman parte de un proyecto tan necesario e íntimo como un hogar, y en otras, de un escenario desolado de escombros olvidados, de un no-lugar. Eso es lo que yo pensé. El artista nos comentó sus animaciones, en las que escombros de diferentes tamaños parecen moverse solos, sobre las que destacó la necesidad que tenían esos trozos de muro de sentirse vivos de nuevo y volver a formar parte de un sistema, de una estructura necesaria para la construcción de algo más grande. Relacioné esto con la necesidad de diversos colectivos de personas de entrar por fin a formar parte de una sociedad que los mira como piezas de puzzle dispersas que no tienen los entrantes y salientes adecuados y necesarios para encajar con el groso del juego ya montado. A demás me sorprendió muy gratamente la perfección del montaje del vídeo, con una continuidad estupenda, unos movimientos (como los de las ruedas de caucho, la ventana o los pedazos de poliespan) cuidados al detalle y unos escenarios a cielo abierto que me evocaron lugares recónditos y perdidos. Eso es lo que imaginé yo.
El amigo del que todavía no he hablado y que me acompañó en la visita, está terminando la carrera de derecho. Es bastante reticente al arte actual en general porque cree que prácticamente en su totalidad son “cosas que puede hacer cualquiera”. Durante la visita, permaneció en silencio y atento a nuestros comentarios. Por fin hizo alusión al modo tan sencillo en el que los espectadores podemos ser engañados con un simple truco de cámara, refiriéndose a la obra en la que un pequeño estanque estaba siendo grabado con una mini cámara desde una perspectiva tal, que parecía retransmitir la imagen de un pantano enorme, cuando en realidad se trataba de una parte de aquel mismo estanque. Su cara de perplejidad se acentuó cuando echó un vistazo al documental sobre Camarón que se proyectaba en bucle en un rincón situado en la parte central de la sala. Sus ojos me pidieron una explicación, porque no comprendía la relación que guardaba todo aquello. Yo le expliqué que las obras tenían que ver con el pensamiento del autor y con sus últimas experiencias ligadas al flamenco, a la relación con algunos de sus amigos gitanos y a su interés por el reciclaje tras su experiencia artística en México DF en 2010, reflejada en las creaciones pertenecientes a la serie “Acumulaciones” del mismo año. Todo esto inmerso en una línea de pensamiento crítica con la sociedad capitalista de consumo, de acumulación y creación de basura y de espacios invadidos por ella. Tras esta breve explicación, mi amigo se quedó muy satisfecho por haber conocido esta privilegiada información que le permitió, según él, hacerse una pequeña idea de por qué estaba rodeado de fotos de derribos, ladrillos correteando, un estanque con vegetación diversa y un sillón al que le crecía césped.
Tras pasearnos por la zona objetivo de nuestra visita, decidimos ver el resto de la exposición, compuesta por la obra de los otros dos artistas premiados. Constaba de una serie de cuadros distribuidos de forma singular por las paredes de la sala, sin una sola cartela, sobre un pulcro blanco. No había referencia alguna a las obras. Ni a los autores. Ni un texto, ni un folleto. Nada. De repente oí una carcajada. Mi amigo, con el que acababa de comentar la obra de Iosu, había reparado en una obra de pequeño formato, de colores oscuros, que presidía uno de los amplios paneles blancos. Le parecía una broma que aquel minúsculo cuadro pendiese impune de la pared. Entre risas, me explicaba que lo había confundido con uno de esos botones de emergencia de incendios inscritos en una cajita roja.
A menudo, quienes estudiamos o trabajamos en el ámbito del arte contemporáneo y actual, nos encontramos con una barrera importante ante la distancia que nos separa de la gente que sigue considerando arte sólo a los cuadros bonitos y bien hechos. Pero resulta que en muchas ocasiones nos lo ganamos a pulso. ¿Qué puede aportar a alguien no familiarizado con la pintura figurativa de carácter simbolista contemporánea un cuadro que ni comprende ni concibe como arte? ¿Hay algo que pueda distanciarlo más de la obra que una exposición muda, sin ningún tipo de referencia contextual? Si ya tenemos un enorme trabajo por delante para ponernos al día en el complejo mundo de la revisión del arte como concepto, ¿por qué seguimos considerando que los cuadros hablan por sí mismos?
Entiendo perfectamente que siga habiendo quién piense, ¿y a mí qué, esta exposición de la Ciudadela?

 25/01/12

lunes, 2 de mayo de 2011

Copiad malditos! creative commons y derechos de autor


Últimamente en mi vida parece que el tema central es la definición de qué es la cultura. En mi trabajo de fin de máster, Yara, Judit y yo no paramos de preguntarnos por la definición de tan escurridizo término y todos sus hijos (tradición, identidad, patrimonio, sociedad, arte...) No se si será por la postal que cuelga de mi pared o por el documental que acabo de ver on-line, por lo que veo que todos los caminos confluyen en el mismo... manifestaciones humanas, que se enredan con la sociedad, que avanzan indiferentes a las normas y espontáneas como las señoritas que anuncian galletas de fibra. En mi opinión, es infrenable que de un modo u otro salgan a la luz miles de manifestaciones culturales diarias y muchas de ellas hechas a conciencia. Internet parece ser el eje sobre el que todo gira: no sólo un soporte, sino una más de nuestras arterias. Del Geocaching al spotify, de las pelis on-line al fan-fic, de las plataformas solidarias a los más íntimos blogs, las ventas por internet, los certámenes de un millón de tipos que animan a participar a todo el mundo, los recursos de las instituciones, las propagandas y los portales de empresas y asociaciones... Hacemos tantas cosas por internet... incluso las relaciones sociales... Sería extraño que las manifestaciones culturales de hoy en día no fuesen por el mismo medio.
Ha habido una frase del niño que pensaba por sí mismo, que aparece en el documental, que me ha impresionado: yo no sabía que lo que hacía era ilegal, pero si yo lo hiciese para sacar dinero, si que estaría mal... yo lo hago (mezcla vídeos, los edita, con su música, hace sus versiones de trailers, etc.), pero no para sacar dinero...
Resulta que nuestro patrimonio audio-visual se basa en firmas registradas y protegidas por las leyes, y que no podemos utilizarlas para hablar sobre nuestra realidad porque son privadas. Yo a eso le llamo censura. ¿Cómo puede ser privado algo que ha pertenecido a nuestra cotidianidad siempre? ¿No se convierte la coca-cola, por ejemplo, en algo nuestro cuando unas azafatas van regalando latas, gorras y chapas con la marca a los viandantes?
Otra de las reflexiones que me ha sorprendido gratamente es cuando han dicho que generalmente se confunde la cultura con la industria del entretenimiento. Es evidente que en la mayoría de los casos van ligadas, pero no siempre son la misma cosa. Hay músicos que no viven de su música pero sí que han producido obra a lo largo de su vida, así como pintores, diseñadores, escritores, bailarines, actrices, actores, humoristas... artistas. Todas ellas y ellos contribuyen al crecimiento de nuestra cultura desde una necesidad interior. Por eso crean, porque quieren, porque disfrutan, porque les satisface y les hace felices, no porque esperen ser multimillonarios a cambio. Y ésta también es la cultura de los que quieren atar el saco para que no se les escape el dinero. Ellos también participan de esta transformación del mundo, pero más bien como oportunistas o como colocadores de barreras, y no precisamente en los lugares donde podrían contener la insensatez.
La cultura no es de unos pocos, puesto que ya hemos comprobado que no existe un único libro todopoderoso. Miles de vías, todas abiertas, información que circula, que llega a todo aquel que tenga la oportunidad de conectarse a un ordenador.
Criterio: ¿como mirar todo esto? En este tema, también, la educación continúa siendo indispensable.

02/05/11
Sofia Albero

miércoles, 9 de junio de 2010

ORIZURU CON EL JOVEN ARTE ACTUAL

Puede que para algunos pase desapercibida esa puerta azul de la calle San Gregorio. Para mí tiene un magnetismo especial. Despierta mi curiosidad sobre qué nueva sensibilidad artística se esconderá tras ella hoy. Esa sensación siempre diferente al percibir por primera vez la obra de un artista nuevo. Sorpresa, afinidad, comparación, desagrado, recuerdos… toda una serie de respuestas que suscitan las muestras en Orizuru, donde se respira la frescura de un arte actual, que no pesa por sus años sino por el trabajo de los artistas jóvenes que lo están construyendo.

Gracias a Keiko Hoshino, el alma de Orizuru, disfrutamos desde el pasado otoño de un nuevo concepto de galería de arte, un lugar cálido y acogedor en el cual poder pasear la mirada y activar nuestra sensibilidad. Se trata de un bajo restaurado en pleno casco viejo de Pamplona, rodeado de actividad diurna y nocturna, de bares, pequeñas tiendas y bullicio continuo. Un entorno pintoresco desde el que no sólo se proyectan muestras a nivel local. La directora de la galería ha organizado proyectos expositivos a nivel internacional. Un ejemplo es la muestra itinerante de artistas españoles, entre ellos los navarros Daniel Pérez Flamarique y Txon Pomés, para las ciudades de Tokio, Kyoto y el Museo de Arte de Hiroshima. Y también el proyecto expositivo de artistas navarros en Yamaguchi, coincidiendo con el 30 aniversario del hermanamiento entre Pamplona y la ciudad nipona.

El afán de Keiko Hoshino por dar a conocer nuevos nombres y talentos queda patente en todos sus proyectos, y constituye un ejemplo de valentía y compromiso respecto a la producción y el desarrollo del arte actual. Pocas son las entidades que apuestan por el arte aun desconocido, pero son éstas las que permiten crear nuevos imaginarios y abrir nuevos debates entorno al arte, la estética, las tendencias y el mercado, funciones que por naturaleza corresponden a la exhibición del arte objetual. Keiko ha sabido proyectar este aspecto, desde su particular visión de artista plástica, mediante las exposiciones y además desde la didáctica, puesto que ejerce de profesora de arte en diferentes localidades navarras y en su mismo estudio dentro de Orizuru.

En una de las últimas muestras hemos podido disfrutar de varias etapas de su propia obra gráfica y pictórica. Sobre la mesa del saloncito, algunos grabados apilados, en el mostrador unas acuarelas puestas en fila y algunas esculturillas acompañaban dos libros de jóvenes poetas. Ocupando las paredes, cuadros de diversos formatos y momentos de su carrera. Un ambiente sencillamente mágico en el que la delicadeza de los trazos se extiende por todas sus obras. Estaremos muy atentos a cada paso que dé. El próximo, una exposición del pintor Jaume Martorell, “Pincelada de Mallorca” del 11 de Junio al 15 de Julio en Orizuru. 

 09/06/10
Sofía Albero

jueves, 25 de febrero de 2010

LOS ENCUENTROS DEL 72, DE MADRID A PAMPLONA

Ya sabemos que fueron más de 350 artistas los que acudieron a la cita, que fue la mayor puesta en escena del arte experimental vanguardista en el ámbito nacional e internacional, que creó una gran controversia incluso entre los propios artistas invitados y que se considera un acontecimiento memorable fruto del afán por transmitir una nueva libertad creativa. Todos estos aspectos han aparecido maravillosamente ilustrados en la recientemente finalizada exposición sobre los Encuentros de Pamplona del 72 en el Museo Reina Sofía, comisariada por José Díaz Cuyás.

Al inicio, dos salas nos mostraban la trayectoria profesional de los artífices de este acontecimiento, tanto de los mecenas, el Grupo Huarte, como de los organizadores, el grupo ALEA. A continuación, incluyendo documentación, obra original y prensa de la época, se ha hecho una reconstrucción cronológicamente ordenada que, a pesar de ser bastante completa, no puede más que traernos una ligera brisa de aquel vendaval artístico que aireó Pamplona durante una semana. En el catálogo de la exposición se matiza el interés por mostrar tanto los eventos programados como los sucesos que se fueron produciendo al margen y acompañaron a las acciones artísticas. Más de la mitad de este libro funciona como un cuaderno de bitácora que intenta cuadricular todo aquello, que muchas veces se superponía en el tiempo y el espacio, valiéndose del certero transcurrir de los días.






(Vistas de las cúpulas neumáticas en Pamplona, 1972. fotografía de la exposición "Encuentros de Pamplona 1972: Fin de fiesta del arte experimental" Museo Reina Sofía, Madrid)

Pero lo que no sabemos, es por qué hasta este momento nadie había reparado en este acontecimiento sin igual, ni por qué la mayoría de la gente que no tuvo la oportunidad de vivir aquello (bien porque era demasiado pequeño, bien porque todavía no había nacido) ignora completamente que la ciudad donde vive acogió una iniciativa de estas características hace casi cuarenta años. Puede que, sin contar la gente que lo ha estudiado en la facultad, las personas que participaron y las que pasaban por allí, los pamplonicas y afincados a la ciudad estén pisando diariamente el más importante estrato cultural del país sin tener la más remota idea.

Y sabiendo que un acontecimiento así no ha trascendido como debiera dentro del panorama del Arte Contemporáneo en Pamplona, se nos plantea la duda de cómo dar relevancia a la creación artística actual y como conectar la estética que hoy proponen los artistas con el público navarro. Está claro que para comenzar hay que acabar con este letargo que sufrimos y una manera de hacerlo puede ser refrescándonos la memoria y mostrando a todos que por la estafeta no solo han pasado encierros multitudinarios, sino que también han resonado voces proclamando una nueva manera de ver el mundo y el arte.

Esta exposición podrá hacernos reflexionar muy mucho sobre lo poco que sabemos de nuestro patrimonio artístico contemporáneo, y despertar nuestra curiosidad por el arte y la cultura poniendo en funcionamiento de nuevo el engranaje creativo de la ciudad. Del 25 de marzo al 13 de junio de este mismo año podremos disfrutar en Pamplona de todo este trabajo de investigación que se ha realizado desde el Museo Reina Sofía.
25/02/10
Sofía Albero

jueves, 18 de febrero de 2010

LUCHA MATERIA PRIMA PINTURA




Lucha materia prima pintura’ (2009), 200x200cm. Técnica mixta.
Iker Serrano Robles




Inauguramos este espacio de crítica de arte hablando de las obras ganadoras del certamen “Pamplona Jóvenes Artistas 2009”, que se exponen, junto a los demás seleccionados por el jurado del concurso, en la el pabellón de Mixtos de la ciudadela hasta finales de este mes. La obra de la que hablaremos en esta ocasión es la que quedó en segundo lugar en dicho certamen, un cuadro del pintor Iker Serrano.  

Hay dos líneas principales a de argumentación a la hora de evaluar una pieza de arte,  la primera línea es la técnica, la forma en la que esa obra se manifiesta, y la segunda es el concepto, el contenido de lo que está diciendo la obra. De la buena realización de ambos aspectos y la forma en que ambos se relacionan entre sí dependerá la calidad de la obra que estemos evaluando. En este caso ambos aspectos funcionan, tienen calidad y se complementan. 

En lo referido a la técnica podemos afirmar que es una técnica buena, de la observación del cuadro se desprende que el pintor domina la técnica que está usando, que además es una técnica compleja, y sabe someterla para que se doblegue ante los intereses plásticos y compositivos de la obra. La elección por parte de Iker Serrano de la representación figurativa le permite ofrecernos una composición de espacios bien estructurados en los que desarrollar la narración que esta obra nos presenta.  En un entorno en que además se está dando un retorno de lo figurativo en el campo de la pintura  este cuadro y esta técnica encuentran un sitio, una justificación por contexto.

En cuanto al contenido hay varias cosas que destacar. Es de agradecer encontrarse con una obra que diga “algo”, que de alguna manera sea la manifestación plástica de una idea, de un concepto. Esta pintura nos habla del mundo del arte y del artista. El cuadro nos muestra a dos pintores preparados para el combate por el éxito artístico. Ambos armados de sus herramientas de trabajo, pero además acorazados con guantes y casco, esas corazas externas al propio arte pero que al artista le sirven para protegerse y diferenciarse dentro del mundo artístico (rojos contra azules no es otra cosa que una metáfora de la historia de las diferencias: abstractos contra figurativos, paisajes contra bodegones, antiguos contra modernos, etc…). El artista en su trabajo está en constante lucha, lucha contra sí mismo, y contra otros artistas, y esa lucha siempre es en solitario. Otra de las metáforas del mundo del arte la encontramos en la ausencia de espectadores al combate. Parece que el arte es una labor esencialmente exhibicionista, mediante la cual el autor se expone al público, constante tribunal que ha de juzgar su vida y obra. Sin embargo esa exhibición solo se da una vez la obra está acabada, en la lucha diaria del pintor contra sí mismo, contra su obra, contra otros pintores o contra la misma historia del arte  el pintor está solo combatiendo en mitad de un desierto. En vano girará la cabeza buscando entre las gradas al público que le anime a seguir encajando los golpes y aguantando. 

Sin ninguna duda es un acierto que esta obra haya sido premiada en el certamen. 


Iker Andrés